El próximo 6 de marzo, recordamos el día en que
se manifestó nuestra querida Virgen de La Luz.
Como fue el suceso
extraordinario que conmovió a la comunidad.
Al atardecer del 6 de marzo de
1980, tres niños (Pablo Trotta, su
hermano Nestor y un amiguito), decidieron un nuevo juego: tirar piedras a los
ojos grandes de la Virgen. De pronto la sagrada imagen comenzó a mover sus
ojos, les sonrió y acunó en sus brazos al Niño Dios. Los chicos, corrieron a
sus hogares para dar la noticia, pero nadie les creyó.
Ya anochecía, ellos estaban
seguros de los que habían visto y regresaron a la capilla; esta vez espiaron al
interior desde un ventiluz.
En ese momento un vecino de
religión judía, el señor Benito Breitman, se acercó creyendo que se incendiaba
la capilla, dado el resplandor que observaba desde su casa. Así, junto a los
niños vio como la imagen de la Madre de Dios, mecía al Niño en sus brazos,
movía sus grandes ojos que irradiaban luz, les sonreía y movía sus labios como
si quisiera hablarles.
Este suceso se divulgó
rápidamente y en minutos el lugar comenzó a llenarse de gente. En la noche, al
enterarse de lo ocurrido, el Padre Patricio Trevizán Lucic, (quien luego sería
el primer párroco de la capilla) y el Padre Meroni, párroco del Pilar, fueron a
ver que ocurría, encontrando a mas de un centenar de personas que rezaban y
cantaban a la Virgen.
¡Y era verdad! Muchos tuvieron la
alegría de ver la Manifestación de Nuestra Señora, y otros no, pero creyeron,
porque todo lo divino se cree aún sin verlo, porque se siente por la obra de la
fe.
La Madre de Dios nos estaba dando
una vez más una lección de amor.